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Steve Willey
CEO de Innovega
Google Glass, parecía que la idea de unas gafas inteligentes con realidad aumentada incorporada eran uno de esos proyectos futuristas que nunca triunfarían. La compañía de Mountain View presentó su idea al púbico en abril 2012 con el mismísimo Sergey Brin sirviendo de cobaya durante un evento en San Francisco, tanta era la confianza que tenían en su proyecto. Incluso llegaron a ponerse a la venta y unos miles de eso que llaman early adopters comenzaron a utilizarlas, pero los resultados no cumplieron las expectativas despertadas.
Algunos sugieren que el principal problema de las Google Glass fue que la sociedad no estaba preparada todavía para recibir un dispositivo como este, especialmente conflictivo en temas relativos a la privacidad. Bruce deGrazia experto en ciberseguridad de la universidad de Maryland, aseguró en un artículo que ya era suficiente con drones siguiendo a la gente: “¿qué pasa si alguien entra en un bar y puede sacar fotos solo guiñando los ojos? En California, si alguien lleva esto a un bar lo sacarán a empujones”. No fue en un bar, pero el periodista Kyle Russell fue atacado por una mujer al grito de “¡Gafas!” cuando llevaba puesto el dispositivo, y a otra especialista en tecnología, Sarah Slocum, le sucedió algo similar. Pero las quejas de los usuarios no se expresaron solo por motivos de seguridad o privacidad: hubo compradores que reclamaron por la baja resolución de la pantalla, quienes se quejaron por la escasa autonomía de las baterías o por la poca capacidad de memoria del dispositivo. Por supuesto, no todo fueron malas noticias: también hubo quien las encontró útiles, como el traumatólogo español Pedro Guillén, quien en junio de 2013, se convirtió en el primer médico del mundo en retransmitir una operación con las Google Glass.
En Innovega, una empresa que ha desarrollado su propio sistema de gafas inteligentes que incluye unas lentillas, tienen su versión de los hechos acerca del fracaso de las Google Glass: “tenían una resolución baja, de un solo ojo y con un ángulo de visión de 15 grados en diagonal. eMacula es diferente. La combinación de unas lentes de contacto con pantallas de alta resolución puede ofrecer campos de visión de 50 a 100 grados y soluciona este problema”. En Innovega, aseguran en su web, creen que el mundo ya está preparado para este tipo de dispositivos, pero que hasta ahora todo lo presentado era incómodo, malo para la salud y poco útil. Con eMacula, en cambio, aseguran que es posible tener acceso a todo el mundo digital que llevamos en nuestro teléfono móvil sin renunciar al mundo real, lo que abre un gran número de posibles utilidades: desde aplicaciones médicas a nuevas propuestas de entretenimiento. Steve Willey, fundador de la compañía, piensa que su idea tiene un largo recorrido: “Creo que dentro de muy poco al salir de casa cogeremos las llaves del coche, el móvil y nuestras gafas. Porque serán imprescindibles. Tal vez no tengamos teléfono en el futuro, tal vez llevaremos gafas. Serán la próxima generación de smartphones”.
Fuente: http://one.elpais.com
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